dar vuelta el casette, para escuchar lo subliminal de mi nombre.

lunes, 31 de marzo de 2014

Infancia.




Los cuadernos y las palabras
abarrotadas con letra grande
y desprolija.
las manos siempre en tinta
y té de colores en el patio
para teñir las telas del vestido que no iba a ponerme.
una niña demasiado pálida
y con ojeras
(el pequeño rostro de la muerte)
el manto invisible
que boqueando me dejaba
fuera del océano y cualquier tarde.
los misterios del lenguaje
me dejaban incendiada
en el silencio de la noche.