Mil buitres volaron.
devoraron todo lo que había,
el vestido,
la piel rosada,
la carne tibia,
la sangre a montones,
maremoto de mi misma.
se llevaron hasta el hueso fino del meñique,
un sólo bocado no quisieron.
Quedó el corazón tendido,
huérfano hasta de la muerte.